El duende del bache
ha llegado a la asamblea,
querrá que lo acepten con lo que plantea.
Históricos duendes ya no quieren aceptar
subirlo a la junta de Duende celestial.
El huequito es un poema
que refleja luna llena
cuando se llena de lluvia.
Aunque algunos embusteros
han culpado a un salidero
y le llaman: oquedad sucia.
Qué orfandad de bondad y sensibilidad,
cuánta incultura en los incautos,
ignorar tan vital hecho espiritual
por las egoístas llantas de sus autos.
El duende del bache
ha llegado a la asamblea,
querrá que lo acepten con lo que plantea.
Históricos duendes ya no quieren aceptar
subirlo a la junta de Duende celestial.
Cómputos tecnificados,
cálculos optimizados,
aparatos muy profesionales.
A recónditos lugares
llevan huecos estelares
diseñados sobre los viales.
Conclusión, qué emoción, dulce salvación.
Gran mañana nos espera.
Duende futurista y de larga visión
cuando los vehículos ya no tengan ruedas.
La asamblea se ha quedado pensativa,
el murmullo se generalizó,
es que acaso suena descabellado,
o es lo que hemos fomentado
como nueva generación.
Cuando todo parecía entrar en caos
oyose la cruda voz del duende del son,
extrangerizantemente sospechoso
que se defienda
al compás del rock and roll.
El duende del bache
se va de la asamblea
no ha sido aceptado con lo que plantea.
Históricos duendes no quisieron aceptar
subirlo a la junta de duende celestial.
Aunque triste y muy dolido
el duendecillo se ha ido
con un poquito de esperanza.
Y es volver a los estrados
con esfuerzos redoblados,
y algún ritmo de confianza.
Al final, natural, es proporcional.
Por más roto, más contento,
nos espera llenos de hospitalidad,
con los baches bien abiertos.