Septiembre de 1988, Buenos Aires, Argentina.
Querido amigo:
Recibí tu carta de Italia
y me alegra mucho saber que, que todo está bien.
Aquí la cosa sigue igual, no es tan transparente.
La crisis se pasea por las calles
y la tristeza del pueblo
es como un barco que no llega a destino.
¡No sé que pasó! ¡No sé cómo fue!
Pero no te vuelvas,
te diré por qué.
Si vieras que triste que está la Argentina,
tiene la mirada de los caminantes que ya no caminan.
Se muere de pena por tanta mentira,
de tanta promesa por nadie cumplida.
Si vieras sus calles que tanto reían
ya no son las mismas.
Si vieras que triste que está la Argentina,
tiene la nostalgia de aquellos amantes
que nunca se olvidan.
La hicieron de goma, parece mentira.
La gente se escapa pero no hay salida.
Y hasta los gorriones, de tanta tristeza,
se fueron de gira.
Septiembre de 1988, Buenos Aires, Argentina.
Querido amigo:
Se me acaba de volcar el mate sobre
la carta que te iba mandar.
Por eso te vuelvo a escribir.
Me alegra mucho saber que te va bien.
Aquí la cosa sigue igual.
Pero, de una manera u otra,
vamos a salir adelante.
Hay algo que no se debe perder nunca,
y es la esperanza.
Si vieras que linda que está la Argentina,
tiene la mirada de la primer
novia que nunca se olvida.
Desde los balcones llueven las glicinas
y a pesar de todo, camina y camina.
Si vieras de nuevo que linda y que
grande que está mi Argentina.
Buenos Aires sigue llena de gorriones,
hay nuevos poetas que escriben sus tangos
y hay nuevos cantores.
Y sigue teniendo la vieja locura
que al doblar la esquina haya una aventura.
Ya ves: sigue viva y, a pesar de todo,
llena de ternura.
Si acaso te encuentras con otro emigrante
decile que vuelva, que
pronto seremos mejores que antes.
Que todo fue culpa de cuatro atorrantes,
que sólo lograran que el pueblo no cante
Volvé cuando quieras que juntos
podremos salir adelante.
Cacho Castaña