Cuando al afamado productor Clive Davis le preguntaron por el puesto de Whitney Houston en la historia de la música, éste solo pudo responder que se hallaba allá donde solo se codeaban las más grandes, en el escalón de Aretha Franklin y Barbra Streisand.
Sin lugar a dudas, Barbra Streisand se ha convertido en todo un modelo de perfección polifacética en cada uno de los variados aspectos del mundo del arte en el que se ha movido con gran soltura. Así, esta carismática cantante, actriz, productora y directora de cine vio la luz el 24 de abril de 1942 como Barbara Joan Streisand en el barrio judío de Brooklyn (Nueva York). Atractiva por encima de bella, Barbra es poseedora de una fuerte y perfilada personalidad que la ha hecho objeto de la situación
creada entre la crítica y su público para con ella, que, o bien se adora, o bien se detesta. Sus primeros años navegan entre el fallecimiento de su padre a los quince meses, los estudios en el Beis Yakov y en el Erasmus Hall o en su participación en concurso musical, aún en su adolescencia, por el que, por un lado, se vio alterado su nombre de Barbara a Barbra por un error administrativo, aunque las malas lenguas señalaban a la envidia por su voz; y, por el otro, la catapultó a cantante de cabaret, sobre todo en un famoso bar gay del Greenwich Village, y a producciones independientes de Broadway. Hechos ambos que le reportaron el éxito necesario como para que la Columbia Records se fijara en ella y firmara un contrato con Barbra para dar al mundo a conocer a la última diva del show business en que hoy se ha convertido la Streisand.
Tras ello, los más de sesenta álbumes que ha sacado al mercado internacional han gozado de un éxito arrollador en todo el mundo desde que viera a la luz aquel The Barbra Streisand Album en 1962, por el que ganó dos premios Grammy. Con todo y con eso, si los sesenta la catapultaron con exitazos que enmarcaban sus canciones en álbumes cuyos títulos jugaban con su nombre entre la canción ligera, el musical y el jazz (álbumes como: People, My Name Is Barbra, Je M’apelle Streisand o Simply Streisand); los setenta la encumbraron con aquel rebautizar al sonido hippy de la época con la elegancia que siempre estiló, ya fueran en sus plausibles rítmicas disco o en sus inmortales baladas (álbumes como: Stoney End, Butterfly, Lazy Afternoon o Songbird); para que los ochenta y noventa la mitificaran desde su voz, afanada en arrancar la belleza que se esconde en las armonías de cada canción, muestra atractiva de su carácter apasionado y perfeccionista (álbumes como: Emotion, Till I Loved You o los más recientes superventas Higuer Ground y A Love Like Ours). Sin olvidar, claro está, las canciones que materializaron la banda sonora de más de cuatro décadas que seguirán radiándose en tantas emisoras para contribuir a entender la particular visión de los sentimientos, en particular; y de la música, en general de Barbra Streisand. Imperecederas lo son ya en la memoria de cualquier mitómano People, My Man, The Way We Were, Evergreen, Woman In Love o sus versiones, quizás las más conseguidas y conocidas, de los famosos temas Memory o Somewhere, de Cats y West Side Story, respectivamente. Sin olvidar, tampoco, los irrepetibles duetos junto a unos Frank Sinatra, Ray Charles, Bryan Adams, Celine Dion, Judy Garland, Donna Summer o Neil Diamond, entre otros, en estado de gracia, que fueron recopilados en el 2002 en el álbum Duets; y la mención de honor que representa Barry Gibb, de los Bee Gees, en la concepción de dos álbumes completos para Barbra, los geniales Guilty y Guilty Pleasures. Con tal bagaje, no es de extrañar que se haya hecho con poco menos de veinte Grammys, más de cincuenta discos de oro, treinta de platino y trece multi-platino o se haya convertido una de las cinco artistas más vendedora de la historia de la música y en la mujer más exitosa de su periodo, con un número uno mínimo en cada una de las décadas en que ha dejado su huella.
Sin dejar de lado la televisión, que le ha reportado cinco Emmys, y su aparición en los escenarios de Broadway (I Can Get It For You Wholesale o Funny Girl), con el saldo de un Tony o dos álbumes de estudio que recogían con acierto grandes temas de legendarios musicales (The Broadway Album y Back To Broadway); en el aspecto cinematográfico, se ha convertido en una de las figuras con personalidad que aparecieron a finales de los sesenta para hacer sobrevivir al recientemente acabado Star System en el Hollywood moderno. Dos Oscares y diez Globos de oro lo avalan. Así, engrosan la lista musicales como Funny Girl (muy aplaudido oscar para ella, ex aequo con Katharine Hepburn), Hello, Dolly! o Ha nacido una estrella; comedias como ¿Qué diablos pasa aquí?, ¿Qué me pasa, doctor? o Combate a fondo; y dramas tales como Tal cómo éramos (nueva nominación al Óscar), All night long o Loca. La misma Barbra dirigió con acierto Yentl, El príncipe de las mareas y El amor tiene dos caras. Su segundo Óscar vino de la mano de la canción Evergreen, compuesta por ella para Ha nacido una estrella y le fue nominado su tema I Finally Found Someone por El Amor tiene dos caras. Otros temas galardonados, aunque no compuestos por ella, lo fueron el bellísimo The Way We Were para Tal como éramos, sito en el álbum homónimo, y No Matter What Happens para Yentl. Por lo demás, produjo varias películas, propias y ajenas, fundando el Barwood Films en 1972, o las concesiones del premio del Instituto Americano del Cine por su trabajo en el 2001, la Medalla Nacional de las Artes conferida por el gobierno de los Estados Unidos o la del gobierno de Francia con la Orden de las Artes y las Letras. Como curiosidad, se produjo una gran controversia cuando El príncipe de las mareas fue nominada para varios Oscar, incluida mejor película y, sin embargo, Barbra Streisand no fue nominada como mejor directora. Algunas opiniones lo achacaron a su bien conocido temperamento duro e intransigente, mientras otros pensaban que Hollywood la castigaba por ser mujer, ya que de haber sido hombre, incluso con el mismo temperamento, se lo hubieran concedido (véase, salvando las distancias, John Ford o Michael Curtiz).
Con relación a su vida personal, estuvo casada con Elliot Gould (1963 a 1971), relación de la que nació su único hijo, Jason Gould (que hacía el papel de su hijo también en El príncipe de las mareas). Mantuvo relaciones con el Primer Ministro canadiense Pierre Trudeau, con el peluquero y productor Jon Peters y el tenista Andre Agassi para, en 1998, casarse con el actor James Brolin, su actual marido. Conocida por su manifiesta orientación política liberal y progresista, es una incondicional defensora del Partido Demócrata y destaca su comprometida implicación política en la lucha por los derechos civiles de las mujeres, los gays y las lesbianas o las causas medioambientales. Por todo ello, a menudo se ha convertido en una personalidad un tanto hostil en los sectores conservadores de la industria del cine y la prensa norteamericana. A lo largo de los años, Barbra ha sido una fuerte recaudadora de fondos para causas sociales como la lucha contra el sida. Sus ideas sobre la posición de los artistas a la hora de participar en el proceso político quedaron reflejadas en su discurso en la Universidad de Harvard El Artista Como Ciudadano, reproducido íntegramente por el New York Times y el Washington Post. También ha sido reconocida con un Doctorado Honorario en Artes y Humanidades por la Universidad de Brandeis. En otro aspecto, es amiga íntima de la también actriz Shirley MacLaine, le encanta la comida china y adora el blanco, por lo que no es inusual verla en un escenario vestida con tal color.
Cuando en 1968 y en plena grabación de la película Funny Girl se produjo la Guerra de los Siete Días, el director del film William Wyler, tras hacerse eco la prensa rosa del apasionado idilio que entre bastidores mantenían los protagonistas de su película, judía ella y musulmán él, exclamó: - Si todos fuéramos como Barbra Streisand y Omar Shariff, se acabarían las guerras en el mundo.
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