Mi vida empezó aquel día en la inauguración de un polideportivo
a la que fui invitado en calidad de diputado
y como miembro del partido.
Cuando te vi pasar por la otra acera,
con tus recién cumplidos quince años,
salías de la escuela.
Y se hizo luz, se hizo silencio, y en un momento
todo paró y nació el amor.
Nació el amor.
Vestías el uniforme de la escuela:
el jersey verde, la falda de cuadros,
hasta las rodillas las medias.
Sobre los hombros una pesada cartera.
Quién fuera tu porteador, tu tutor,
tu institutriz o tu maestra.
Para estar cerca siempre de ti
y dedicarte mil atenciones,
mil atenciones.
Me darán de lado, me quitarán mi escaño,
sólo porque te amo.
Estoy perdido, me echarán del partido,
no tiene sentido.
Y qué le voy a hacer, y qué dirá mi mujer
cuando sepa que te quiero.
El mundo entero querrá mi cabeza a sus pies.
A sus pies.
En los plenos del congreso no hacía otra cosa que pensar en ti,
y día a día iba a tu colegio
para verte salir.
Hasta que un día el amor rebosó en mi cuerpo
dulce, violento. Y así, corriendo,
fui hacia ti y te pregunté:
'Buena muchacha, te acompaño a casa'.
No olvidaré cómo dijiste 'Como quiera usted'.
'Como quiera usted'.
Poco a poco nuestra relación se fue formalizando,
hacíamos juntos los deberes
mientras íbamos a tu casa andando.
Hasta un día logré invitarle al cine a ver El Rey León.
Cuando las hienas acechaban al héroe
contra mi pecho mi pequeña se estrujó.
Y se hizo luz, se hizo silencio, y en un momento
todo paró y nació el amor.
Nació el amor.
Me darán de lado, me quitarán mi escaño,
sólo porque te amo.
Estoy perdido, me echarán del partido,
no tiene sentido.
Y qué le voy a hacer, y qué dirá mi mujer
cuando sepa que te quiero.
El mundo entero querrá mi cabeza a sus pies.
A sus pies.
Pero como todas las historias de amor,
al menos las más bellas,
la nuestra por supuesto también
acabó en tragedia.
Y a su madre al enterarse le entró la histeria,
me denunció, y puso un matón
para seguir a su pequeña.
Y una gris tarde fui a buscarla y aquel matón,
por tres sitios, la cara me