Eran días de algodón de azúcar, pantalón corto y lluvia
mojando un verano azul.
Eran mis primeros días de cine, las primeras cicatrices
que el amor tatuó en mi piel.
Cada sábado puntual en el Excélsior alimentaba mis sueños
de dos rombos la taquilla.
Una muchacha que vendía las entradas,
que partía en dos mi alma al sonreír
tras el cristal.
Y cuando en la pantalla rugía al rescate el Halcón Milenario,
yo era Han Solo y ella Leia dándome mi cambio
y dos entradas para el cielo y a mi lado Indiana Jones,
perdido, buscando el tesoro que escondíamos tú y yo.
Sesión continua a tu lado, yo soy tu octavo pasajero,
paseando en la Nostromo, buscándote para anidar en tu pecho.
Mi corazón daba piruetas como un poseído Bruce Lee
cuando se encendía la luz y te encontraba allí.
El tiempo pasó. Cerró el Excélsior y en su lugar
han abierto un súper del que ya te hablé.
No lo encontrarás en la cartelera,
no iluminan la Albufera sus carteles de neón.
Todavía cuando voy al cine busco su mirada triste alumbrando la taquilla.
Pero el cristal sólo me devuelve el reflejo de este niño
que se empeña en no crecer.
Y cuando en casa ruge en la tele el Halcón Milenario
sigo siendo Han Solo y ella Leia entre mis brazos.
¿Quién sería el que te raptara? ¿Quién me robó las entradas
centraditas y en mis sueños para ver tu cuerpo arder?
Sesión continua lejos de ti. Sigo siendo tu octavo pasajero
paseando en la Nostromo. Buscándote para anidar en tu pecho.
Cuando se enciende la luz, como el viejo Woody Allen,
quedo solo y descompuesto pues te busco como antes.
Y cuando en la pantalla ruge al rescate el Halcón Milenario
sigo siendo Han Solo y ella Leia entre mis brazos.
Me acompañan en la huida la pobre bruja Avería,
Naranjito, E.T. y Fantomas, mi negativa a crecer.
Sesión continua lejos de ti. Yo soy tu perro callejero
de patrulla por el barrio, buscándote para anidar en tu pelo.
Me ha atrapado el lado oscuro. Hoy regreso a tu futuro
para buscarte en mis sueños, para ver tu cuerpo arder.