Tralalala lalá lalara,
tralalilo loló loloro,
otro litro, tranvía, trenes,
trolebus, guardia, lata de petroleo,
trompa, trola, loro, ya viene la lora,
y la lira vale menos que el dolar,
lirón lerola.
Ay, te llamaban la Panocha
por tu pelo encarnado,
te llamaban la Panocha,
pero yo no sé lo que te han echao
que ahora eres una brocha
con cuatro pelos a los laos.
María Manuela, ¿me escuchas?
Yo de vestidos no entiendo, hija de mi alma, qué quieres que te diga
pero, ¿te gusta de veras ese que te has ponido?
Tan largo, tan cardo, tan escaso y tan ceñido,
que a lo mejor por la calle te se va a ver las costillas.
Te sienta que eres una calcamonía,
pero cámbiate de ropa, mujer, si es un instante,
fíjate, mientras me tomo el té, que está muy caliente.
Ponte el del cuello cerrao, que te está de maravilla,
que te llega tres cuartas po encima de la rodilla.
Cada vez que te lo pones, te encuantro tan elegante
que me parece que veo la trompa de un elefante.
El chumbo que tú me diste, ay ay,
era gordo y colorado,
me lo he comío sin pelarlo
y aquí lo tengo yo atrancado.
Te quiero sucia y peluda, como yo te conocí,
no tienes que afeitarte pa nadie más que pa yo.
Ni tú eres una mora moderna, ni quiero que lo aparentes,
que yo te prefiero antigua, y ahuyenta perros calientes.
Que como triguito sucio todito el mundo te compare,
que por de fuera y por dentro y en las patas
te parezcas a tu padre.
¿Te cambiaste las enaguas?
Pos andando pal teatro,
ya verás con qué envidia nos contemplan más de nueve.
Y al salir yo te promete cantarte con sentimiento
lo mismo que te cantaba cuando vendías pimientos.
Ya no se pin-pin-pinta la cara
la mujer que yo más quiero,
es que ya no se pinta la cara,
huele a colonia barata,
se lava con la toalla
una vez a la semana.